La Violencia
es como se denomina al período histórico de Colombia en el siglo XX de enfrentamiento entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, que sin haberse declarado una guerra civil se
caracterizó por ser extremadamente violento, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político.1
Durante este periodo varios personajes y grupos de ambos bandos enfrentados, como "Los Chulavitas" originarios del departamento de Boyacá y los denominados "Pájaros" del departamento del Valle del Cauca, se hicieron famosos por sus acciones atroces.
El conflicto causó 200.000 a 300.000 muertos y la migración forzosa de más de dos millones de personas, equivalente casi a una quinta parte de la población total de Colombia, que para ese entonces alcanzaba los 11 millones de habitantes.
Al final del conflicto, por medio de las amnistías, más de diez mil guerrilleros liberales dejaron las armas
Desarrollo del conflicto[editar]
Durante el gobierno de Alberto Lleras Camargo actuando en reemplazo constitucional, como Designado, de Alfonso López Pumarejo que renuncia, el Partido Liberal se vio afectado por la ausencia de éste su líder natural y entró en una pugna interior por su liderazgo. Mientras tanto las toldas conservadoras, que no llegaban al Palacio de San Carlos desde 1930, se concentraban alrededor del presidente del directorio nacional conservador, Mariano Ospina Pérez.
El discurso sosegado de la nueva tendencia conservadora encontró asidero en la convulsionada sociedad colombiana, mientras que el liberalismo finalmente se declaró dividido entre los seguidores de Gabriel Turbay y los Jorge Eliécer Gaitán. El turbayismo representaba a las élites comerciales y al viejo liberalismo elitista que instauró la República Liberal, eran los representantes de la continuidad del proyecto de las Presidencias de Eduardo Santos y Enrique Olaya Herrera.
Por otro lado, el Gaitanismo se instauró una corriente nueva dentro del Liberalismo que se originó en Jorge Eliécer Gaitán, el líder del extinto partido UNIR, que aunque ni Marxista o radicalmente revolucionario, concentraba diversos matices del pensamiento original del Manifiesto Liberal de Ezequiel Rojas, el fundador del Partido Liberal. Gaitán manejaba bien a las masas, mientras que Turbay era muy lejano. Para mediados de 1945, la Dirección Nacional Liberal escogió la candidatura de Turbay como la oficial, dejando el Gaitanismo como una tendencia independiente.
En este clima político, Mariano Ospina Pérez encabezaba un conservadurismo unido que arrasó en las elecciones presidenciales de 1946. En el discurso de la toma de posesión, realizado en el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, Mariano Ospina pidió comprensión a la extrema derecha conservadora y a los sectores representantes de la tendencia Gaitanista que sellaran diferencias, y que con su voluntad él formaría un gobierno de Unidad Nacional. El gabinete fue distribuido igualmente entre ambas tendencias, pero los Ministerios más importantes fueron retenidos por el Partido Conservador, dejando las ideas de una supuesta unión nacional en el aire.
A pesar de las diferencias y crispaciones políticas del Gobierno de Ospina Pérez, su gobierno tuvo resultados positivos, como la Ley de Hidrocarburos, la creación de Telecom y organización de Ecopetrol, leyes de trabajo y el Instituto de Seguros Sociales.
En las ciudades, el ambiente que se respiraba guardaba cierto orden y concordia, pero la situación en el campo empeoraba cada día más. El creciente caciquismo, retenido por los hacendados conservadores, se convirtió en motivo de graves discordias y resentimientos para los ahora empobrecidos comerciantes liberales, que se fueron extinguiendo paulatinamente.
La crispación Liberal se convierte en violencia en forma de leves escaramuzas públicas entre liberales y conservadores, pero el gobierno afirma que en realidad las peleas no tenían fundamento alguno. El gobierno se equivocó, Gaitán sabía que él era el jefe natural del Partido Liberal, y lentamente su ideología se fue desradicalizando, entrando también en las mentes de la clase media trabajadora, que crecía abrumadoramente.
Encabezando numerosas protestas, como la famosa Marcha del Silencio, Gaitán adquirió más fama, hasta ser conocido en todas partes. El conservatisamo estaba preocupado, pues veía a Gaitán como una seria amenaza al poder Conservador, reconociendo su verdadero poder y popularidad.
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